(EX VOCALISTA DE KARMA – THRASH/DEATH, ARGENTINA)
TUVE LA FORTUNA DE CONTACTAR AL OTRORA EX FRONTMAN E INVITARLO POR UN INSTANTE A VIAJAR EN LA MÁQUINA DEL TIEMPO HACIA AQUELLOS DÍAS DONDE TODO GIRABA EN TORNO A KARMA, UNA DE LAS AGRUPACIONES MÁS PROMETEDORAS DE LA ESCENA UNDER ARGENTINA QUE LAMENTABLEMENTE DECIDIÓ DAR UN PASO AL COSTADO PARA PERDERSE EN LAS ARENAS DEL TIEMPO.
RETIRADO ACTUALMENTE DEL VÉRTIGO MUSICAL, ACCEDIÓ MUY GENTILMENTE A DESEMPOLVAR LA HISTORIA DE LA BANDA, ASÍ COMO UN SINNÚMERO DE ANÉCDOTAS EN ESTA ENTREVISTA MUY PERSONAL.
Juan Pablo, muchas gracias por acceder a esta entrevista, un gran saludo desde Ecuador; como fanático de la banda, doble satisfacción al poder contactarme contigo por este medio.
Inevitablemente al indagar sobre tu vida tenemos que citar a Karma, por eso, vamos por el principio, ¿cómo se da el inicio de la banda allá en los 90’s?
El inicio de Karma supongo que es muy parecido al de la mayoría de las bandas en cualquier parte del mundo en aquella época, a finales de los 80’s y comienzos de los 90’s: chicos que coincidían en el gusto por el rock pesado en general y los géneros del metal extremo en particular, juntándose para tratar de cumplir el deseo de llegar a compartir el oficio de hacer música con aquellos artistas que admiraban. Creo que la influencia y el sueño de algún día llegar a ser como tus ídolos es siempre el motor de las bandas nuevas. En ese sentido te diría que la escena del metal en todo el mundo representa una modelo de pedagogía informal muy poderoso. Porque quienes alguna vez integramos una banda lo aprendimos todo de nuestras bandas y músicos favoritos, primero copiando o imitando, para después intentar construir un camino propio a partir de las influencias. Y el origen de Karma fue ese. Formalmente la banda empezó a modelarse en 1989, fundada por Miguel García (bajo) y Gustavo Bevilacqua (guitarra), que eran compañeros de colegio desde los 13 años y habían aprendido a disfrutar del metal a partir de la influencia de sus hermanos mayores. Así que también podemos sumar a los hermanos mayores dentro de las influencias importantes en la etapa de formación de muchísimos músicos de la escena metalera. El resto nos fuimos sumando a su proyecto de a poco, hasta dar nuestro primer concierto en septiembre de 1991, abriendo un show en el que también tocaron Satánica, Nepal y Escabios, que por entonces era una de las más populares dentro de la escena under de Buenos Aires.
¿Cómo era la escena bonaerense en esa época cuando ya como banda estaban consolidados, cómo eran las tocadas, con qué frecuencia se daban, cómo era el público? no sé…explícame un poco sobre aquel tiempo.
Bueno, era una escena con muchas bandas, aunque en realidad no éramos tantas las que teníamos cierta continuidad, porque la realidad es que el factor económico es siempre importante. En ese momento éramos muy jóvenes y todavía sin grandes responsabilidades en nuestras vidas. La mayoría de nosotros teníamos la suerte de tener trabajo y podíamos darnos el lujo de invertir gran parte de nuestros salarios en el proyecto musical. En aquel momento había buenos espacios para organizar shows, como Cemento o el teatro Arlequines y un montón de pequeños clubes distribuidos por los barrios de la ciudad y su conurbano. Por lo general esos shows solían incluir la presentación de cuatro bandas. También eran comunes los cruces con la escena del Hardcore, que en los 90’s era muy poderosa en Buenos Aires, con una gran cantidad de muy buenas bandas y por lo general había buena onda entre los músicos y el público. Los 80’s en cambio fueron bastante más violentos y aunque en esa época yo tenía con otros amigos una banda de Punk Hardcore (se llamaba Pena de Muerte y éramos de verdad muy malos), en realidad los viví más como público. Los shows solían terminar o suspenderse por las peleas terribles que se armaban entre metaleros, punks y skinheads. En ese sentido los 90’s representaron un salto enorme en la calidad del vínculo entre las bandas y el público de las distintas escenas. Los 90’s, sobre todo la primera mitad, fueron años extraordinarios para quienes tuvimos la buena idea de formar nuestras bandas por aquellos años.
¿Con qué bandas recuerdas haber compartido escenario?
Muchísimas, creo que con casi todas las de la época. Tocamos con varias de la generación más thrashera como Militia, Tren Loco, Horcas, y las que te nombre antes, Satánica y Nepal. Escabios y Schizophrenia también eran de esa camada, pero ya empezaban a notarse las influencias del Death Metal. Schizophrenia en particular era la más importante y la mejor de todas esas. Fue una lástima cuando empezaron a desarmarse, porque ellos de verdad estaban para grandes cosas. También tocamos con Lethal, que eran muy buenos, quizá la mejor banda argentina de Thrash puro de todos los tiempos, pero a quienes los seguidores de las bandas más grandes, Hermética en particular, siempre despreciaron, un poco porque fueron los primeros (o casi) que en la Argentina tomaron la decisión de cantar en inglés, algo que los grandes profetas del metal argentino consideraban casi como una traición a la patria o una blasfemia. Con nuestras bandas congéneres, entre las que el Death Metal ya formaba parte del ADN musical que compartíamos, tocamos mucho con Pandemia, Bestial, Lobotomy, Abaxial, Carnarium, Crematorio, Sartán, Martyr (que después se rebautizaron como Jesus Martyr y les fue muy bien), los grossos de Vrede, Perpetua o Vibrión, que fue la que consiguió imponerse como referente dentro de esa generación. O con bandas de Hardcore y Punk, como B.O.D., Gatos Sucios o E.D.O. Realmente la escena del under metalero era muy grande en aquellos años.
Hablemos un poco del “Fear of Destiny”, un disco que tenía un sonido muy particular, un estilo poderoso ¿cómo fue recibida esta producción en tu país?
“Fear of destiny” fue para nosotros la concreción de ese sueño del que hablábamos antes. Significaba poder poner nuestro disco en el mismo estante en donde guardábamos nuestros discos favoritos, los de Metallica (los del viejo Metallica), Slayer, Kreator, Sepultura, Pantera, Entombed, Prong, Helmet, Carcass y tantos más. Sentimos que era una especie de pasaporte para meternos en la casa otros chicos como nosotros, que también iban a tener al nuestro entre sus discos. Imagínate eso: tus canciones, que ocuparon tanto de tu tiempo y representaron tanto trabajo y esfuerzo, ahora van a poder estar en los equipos de música de mucha gente y la alegría es enorme. Por suerte el disco fue muy bien recibido tanto por las revistas y radios especializadas como por el público. Desde lo musical hay que reconocer que la mayoría de las canciones suenan un poco viejas incluso para la época, porque en realidad lo eran. Hay temas que habían sido compuestos entre tres y cuatro años antes y se nota. Aunque en aquel momento quedamos muy conformes con el disco, la verdad es que al poco tiempo nos dimos cuenta de que había muchas cosas que podrían haberse hecho mejor. Todo eso se nota enseguida si escuchas “Elevation Massacre”, el demo que grabamos en 1996, dos años después de que el disco saliera a la calle, que a pesar de haber sido hecho bajo condiciones técnicas muy inferiores, suena mucho más poderoso y moderno, más acorde a la época.
En esa decisión tuvo muchísimo que ver el demo “Forked” de Criminal. Cuando lo escuché por primera vez enseguida me pareció que nunca había escuchado nada que sonara tan bien en una banda sudamericana. Siempre hablando dentro de la escena under, claro. Todavía hoy creo que suena mejor que el primer material de Vibrión, que era lo más profesional en cuanto a sonido que había producido la escena Argentina. A partir de eso empezamos a contactarnos con gente de la escena chilena y Francisco Escobar, el responsable de ese gran sello que era Toxic Records, fue quien nos ayudó a establecer todos los contactos. A través de él conocimos a José Luis Corral, el Pelao, que era el ingeniero a cargo de los mejores discos y demos de la escena metalera de Chile en aquellos años, incluyendo “Forked”. Hay que reconocer que la escena de Santiago era mucho más estable y homogénea en cuanto a calidad y mucho más profesionalizada que la escena Argentina, teniendo en cuenta los géneros en los que se movían bandas como la nuestra. Tené en cuenta que en la Argentina la escena metalera de entonces tenía su centro en bandas como Rata Blanca, Hermética, Horcas o Logos, que sostenían una estética más clásica, más entre el Heavy Metal y el Thrash, pero también más anticuada y más cómoda, porque buscaban aprovechar la enorme popularidad que había cosechado la banda fundadora del metal en mi país, que fue V8. En Chile en cambio el Death Metal ocupaba el centro de la escena y las bandas se mantenían en contacto con lo que ocurría en la escena mundial y buscaban sonar moderno, como nosotros y el resto de las bandas de Buenos Aires de nuestra generación. Por supuesto que el factor económico fue decisivo otra vez. En aquellos años el cambio nos favorecía y grabar el disco en Chile, en un estudio de primer nivel y con un productor enorme como el Pelao Corral nos salía lo mismo que hacerlo en Buenos Aires. Sólo que hacer este viaje a nosotros nos representaba también la posibilidad de abrirnos una puerta en la escena chilena, que no era un una ventaja menor. Y no nos equivocamos: Desde el presente puedo decirte que gracias a eso Karma es recordada en Chile casi con tanto cariño como los que la recuerdan en Buenos Aires. Que tampoco son tantos, no te confundas: estamos lejos de ser verdaderos Metal Heros.
¿Cómo hacen el contacto para que Anton Reisenegger pueda colaborar en dos temas?
Bueno, a Anton lo conocimos exactamente en ese marco. Yo fui el encargado de viajar a Chile en 1993 para hacer la investigación y los contactos necesarios para ver si era posible y convenía grabar el disco allá, y entre las personas que conocí estaba no sólo Anton, sino el resto de los chicos de Criminal. También conocí a gente de Undercroft, Execrator, Dorso y algunas otras bandas. Todos ellos se acercaron a mí con curiosidad y al principio también con algo de recelo, por esa cuestión de desconfianza histórica que muchos chilenos tienen con los argentinos. Pero cuando empezamos a conocernos todo eso fue quedando atrás muy rápido. Toda la gente de la escena chilena fue muy generosa con Karma y lo mismo el público. De hecho algunos de ellos se alojaron en mi casa cundo tuvieron que venir a la Buenos Aires alguna vez. La verdad es que hoy no seguimos en contacto con ninguno de ellos, pero tengo de todos un gran recuerdo.
¿Me parece que tuviste algo que ver con el arte de la tapa del disco?
No más que el resto de mis compañeros. El concepto de la tapa, la idea de esa sombra al final de una escalera, fue un concepto que trabajamos entre todos y después fue el artista Rodrigo Luna quien se encargó de concretarlo. Y, mirá qué cosa, creo que nunca llegué a conocerlo personalmente. Recuerdo que cuando vimos la obra terminada quedamos enamorados con el trabajo que había hecho, se veía una tapa realmente “profesional”, que era el objetivo que teníamos como banda para todo lo que hacíamos. Queríamos sonar en vivo como profesionales, que nuestras fotos se vieran profesionales, que el disco pudiera ser comparado con el de las mejores bandas sin quedar en ridículo. Más de 20 años después creo que eso también lo conseguimos.
¿Participaste escribiendo las canciones, de qué trataban?
En cuanto a la composición musical, los aportes que yo podía hacer se formalizaban de una forma extraña, porque como no sé tocar ningún instrumento la única forma que tenía de poner en común los riffs o los arreglos que se me ocurrían era tarareándoselos a Gustavo o a Nahuel Salvo, que eran los guitarristas, o a Miguel que se encargaba del bajo. Ellos tenían que entender lo que les decía, trataban de tocarlo hasta que quedara lo más parecido posible a lo que sonaba adentro de mi cabeza. De todas formas en cuanto a la composición musical casi todo pasaba por ellos tres. En cambio el de las letras era un espacio completamente mío, porque con excepción de las correspondientes a las canciones “Is death my solution?” y “A long time ago”, que fueron escritas por Gustavo antes de que yo me incorporara a la banda a finales de 1991, el resto son mías. Imagino que como seguidores del género sabrán que los temas que abordamos las bandas del metal extremo no son muchos. Quiero decir que, haciendo una división grosso modo, están las bandas con letras oscuras, generalmente influenciadas por el cine de terror que hablan de asesinatos, de sangre, de satanismo y esas cosas. Y están las bandas que intentan poner en palabras algunas ideas, con una necesidad de algún modo política de expresar un estado del mundo y una postura frente a eso. Creo que ambas líneas representan las dos grandes influencias que originaron la aparición primero del Thrash y después del Death Metal: por un lado está el Heavy Metal, que le canta a batallas épicas, a los dragones, los vikingos y otras fantasías medievales; y por el otro el Punk y el Hardcore, que son géneros donde priman cierta militancia y compromiso político. En mi caso, yo llego al metal desde el Hardcore y esa necesidad de expresar un estado de rebeldía juvenil frente a un mundo en el que no me sentía cómodo forma parte de las letras que escribí para Karma. En un momento creí que mis letras estaban cargadas de los clichés de las bandas con letras políticas de los 80’s, pero con los años pude reconocer que en realidad representan una reacción contra los horrores y las miserias políticas de la década del 90’s, cuando después de la caída de la URSS el mundo entero, y sobre todo América Latina, fue tomado por una fiebre neoliberal que causó mucho daño. Ahí tienen por ejemplo la letra de la canción “Seeking a door” o “Feel your truth”, en las que propongo no dejar de buscar nuestros propios caminos y verdades frente al modelo que se nos imponía. Y donde rechazo literalmente la teoría del Fin de la Historia, que en aquellos años popularizó el filósofo Francis Fukuyama y que representaba la justificación teórica del avance neoliberal. O “Terror AIDS”, en la que ya desde el título quedaba claro miedo al SIDA, que era la pandemia del momento. No creo que hubiera muchas bandas que tuvieran una actualidad tan estricta en la mirada social que proponían sus letras y la confirmación de que pasamos por nuestro tiempo sin mirar para otro lado es algo que hoy me provoca una gran satisfacción.
Te comentaba extra entrevista, que el video “Terror A.I.D.S.” sonaba muy fuerte en aquel desaparecido programa Headbanger’s Ball Latino conducido por Alfredo Lewin, ¿podrías hablarnos acerca de él, dónde se grabó o alguna anécdota durante el proceso que desees compartir?
Ese video se grabó en un lugar que también es muy simbólico y representativo de los años ’90 y de lo que produjeron en mi país. Se trata del viejo puerto de Buenos Aires, que es un lugar emblemático porque la nuestra es una ciudad eminentemente portuaria. Porque la organización política, social y económica del país, ya no sólo de la ciudad, ha girado históricamente en torno al puerto de Buenos Aires, que en esos años había comenzado a achicarse y en donde muchos de sus espacios se habían ido convirtiendo en ruinas en desuso. Pero un año después de que grabamos el clip de “Terror AIDS”, todos esos espacios que pertenecían al estado se convirtieron en parte de una gran operación inmobiliaria que terminó convirtiendo a esa zona en el barrio más caro de Buenos Aires, que es Puerto Madero, en donde tienen sus oficinas muchos de los políticos y empresarios más importantes del país, donde están los hoteles más caros y exclusivos de la ciudad, donde tiene su sede la Universidad Católica y donde se sospecha que el lavado de dinero es una de las actividades habituales de algunos de sus vecinos. Otra muestra clara de lo que representó la década del 90’s. El video fue rodado en un día y, como te dije antes, nos preocupamos por hacerlo con la mejor tecnología a la que pudimos acceder. Más allá de nuestra canción, el gran mérito de ese video le corresponde exclusivamente a Santiago Ricci, que fue el director y que es un gran montajista. Algunos años después él fue el encargado de montar algunas de las películas de la directora argentina Lucrecia Martel, que tal vez sea la más talentosa de los cineastas que integran lo que se conoce como nuevo cine argentino. El nuestro fue el primer video de una banda independiente argentina que se pasó en Headbanger’s Ball Latino. No te diría que fue el primero de una banda independiente latinoamericana porque no lo sé, pero es probable, porque tanto Animal como Criminal eran bandas que estaban apoyadas por compañías multinacionales. Como Alfredo es chileno, lo contactamos a través de Anton, porque obviamente se conocían, y Criminal había presentado en el programa su video de la canción “New disorder” apenas unos meses antes. Otra razón para saber que hicimos muy bien en grabar Fear of Destiny en Chile.
Porque nunca lo pensamos como un material para editar. Lo que nosotros llamamos cariñosamente Elevation Massacre, porque ese nombre es un chiste interno sobre algunos clichés y la utilización de determinadas palabras por parte de algunas bandas dentro del género, es en realidad un demo que grabamos para ver cómo sonaban los primeros seis temas que iban a ser parte de lo que proyectábamos como nuestro segundo disco. Que nunca llegamos a concretar porque nos separamos antes. Quedó sin grabar una canción compuesta en el período que va entre esa grabación y nuestra separación definitiva. La canción se llamaba “Deep Red”, en homenaje a la película de Darío Argento, y fue lo mejor de todo lo que compusimos. No queda ningún registro de ella y ninguno de nosotros la recuerda como para poder reconstruirla.
Buscando videos de la banda tuve la oportunidad de ver un recital en Chile, ¿qué rememoras de ese evento?
El show de Chile fue una de nuestras mejores experiencias en vivo. Fuimos allá invitados por Criminal, que cerraban el show, y junto a los Inner Sanctum de Uruguay y los Execrator. Había más de tres mil personas e hicimos un show extraordinario. De hecho creo que es por eso que tanta gente nos recuerda allá en Chile. Fue una prueba difícil, porque nos habían avisado que el público chileno era particularmente hostil, muy apegados a la mala costumbre de demostrar su cariño escupiendo a los músicos. Los chicos de las otras bandas contaban historias de cómo grupos de la importancia de Kreator habían tenido que para sus shows en Chile para pedirle a la gente que dejara de escupirlos. Si a esa costumbre general le sumás que, como te dije, los chilenos suelen tener fuertes prejuicios iniciales con los argentinos, el resultado fue que me bañaron en pollos. Literalmente, te lo juro. Y aunque no me gustaba mucho que fueran, digamos, tan cariñosos, tampoco me iba a acobardar. Así que me paraba bien al borde del escenario e hice todo el show sin decir una sola palabra al respecto. Por suerte en esa época, se ve en el video, tenía el pelo muy largo, que formaba una especie de campo de fuerza que impedía que la mayor parte de las escupidas me llegaran al cuerpo o a la cara. Pero, no te miento, tenía una capa de saliva y moco que me cubría todo el pelo. Un asco. Pero aún así disfruté de ese show, porque nunca habíamos tocado frente a tanta gente y además, también se ve en el video que mencionás, la gente disfrutó mucho de nuestra música. Creo que fue después de ese show que Francisco Escobar finalmente aceptó editar el disco a través de Toxic, algo que le veníamos pidiendo hace rato.
¿Visitaron algún otro país sudamericano?
Además de Chile, también tocamos tres veces en Uruguay, siempre con nuestros amigos de Inner Sanctum. El mejor fue el segundo de esos shows, un festival tremendo en donde además de nosotros y los Inner Sanctum también tocaron Criminal y Lobotomy, un cartel de bandas realmente impresionante. Había más de mil espectadores realmente salvajes. Te cuento una anécdota de ese día: Críminal había tocado la noche anterior en Buenos Aires junto a Inner y Lobotomy. Yo había subido como invitado a cantar una canción con Criminal, creo que “Under my skin”, la segunda de Victimized, el primer disco de ellos, que lo grabaron un mes antes en el mismo estudio donde nosotros grabamos Fear of Destiny. Cuando terminó ese show, que fue un viernes, las cuatro bandas nos fuimos juntas directamente a Uruguay, donde tocábamos el sábado a la noche. En Montevideo los Criminal eran los encargados de cerrar el festival y en un momento entre el show de Karma y el de ellos se me acerca Anton y me dice que la voz no le había quedado muy bien después del show en Buenos Aires y si no le podía hacer el favor de subir a cantar de nuevo una canción con ellos, para que el pudiera descansar un rato su voz en medio del show. Por supuesto acepté con muchas ganas.
La banda empieza a disolverse a finales de 1996 cuando Nahuel decide aceptar la invitación para empezar a tocar en una banda que se llamaba Mausser, que ya hacían algo que fusionaba metal con Hip-Hop y tenía que ver más con el Nü Metal, que había explotado a partir de los primeros discos de Korn y Deftones. A partir de ahí también decide alejarse Gustavo, el otro guitarrista y miembro fundador, porque sentía que las nuevas canciones ya no lo representaban tanto. Los otros tres seguimos juntos hasta 1998, probamos dos o tres guitarristas, pero ninguno terminó de encajar nunca con el tipo de composiciones de la banda, que no son nada sencillas. Hasta que decidimos después de dos años de estar parados que lo mejor era terminar con la banda.
Tuviste un paso por Vampira, ¿fue antes o después de Karma?
Fue en la época en que Karma estaba buscando guitarristas. Incluso Mariano Allioto, guitarrista de Vampira, fue uno de los que pasaron por Karma en esa época. Los chicos de Vampira son amigos y nunca formé parte de la banda. Ellos tenían un disco listo pero nunca habían conseguido un cantante estable, entonces me pidieron si podía ayudarlos grabando las voces, primero de un demo y después de su disco, y por supuesto acepté. Como ven, me encanta la camaradería entre bandas. Y de hecho uno de los proyectos que se me habían ocurrido para el nuevo disco de Karma era justamente pedirles a músicos de bandas amigas que colaboraran con nuestro disco con letras para nuestras nuevas canciones. De ese proyecto sólo quedó la canción “Purge the mind”, de cuya letra los autores son Martín y Santiago, los guitarristas de Jesus Martyr, otra gran banda de aquella época. Me quedé con las ganas de pedirle lo mismo, por ejemplo, a Gabriel Raimondo, por entonces cantante de Vrede y hoy en Taura, que es el gran amigo que me han dado esos años de metal.
¿Qué diferencia puedes notar de la escena de mediados de los 90’s y la escena actual?
Es algo que no te puedo responder, porque no sigo vinculado a la escena actual del metal en Buenos Aires. Pero creo que Internet ha cambiado mucho la forma en que las bandas establecen sus vínculos y ha ampliado la forma en que los músicos pueden dar a conocer sus trabajos. La generación de bandas a la que perteneció Karma fue la última antes de que explotara la era digital. Nuestras bandas son dinosaurios: nos extinguimos antes de que el mundo se convirtiera en otra cosa.
Nos vemos a menudo, no de manera cotidiana, pero nos juntamos a comer algunas pocas veces. Incluso el año pasado quisimos juntarnos para hacer algunos shows para festejar los 20 años de Fear of Destiny, pero ya estamos grandes y no fue posible que encontráramos un día y un horario en el que todos pudiéramos juntarnos a ensayar. Una lástima.
¿Te pregunto esto por que por ahí viendo los comentarios en redes sociales, noto como un poco de nostalgia cuando comentan algo relacionado con la banda o escena?
Es que sí, nosotros tenemos la sensación de que Karma es un proyecto inconcluso, malogrado, que se terminó en el mejor momento, cuando habíamos empezado a componer canciones que empezaban a tener una personalidad propia, que empezaban a tomar cierta distancia de las influencias más evidentes, que en Fear of Destiny son muy fáciles de reconocer. En Elevation Massacre creo que no tanto, que ya hay una personalidad propia en plena evolución, y por eso la separación es como una espina que va a seguir clavada ahí toda la vida. Y además, por supuesto, las cosas que yo viví con ellos sobre los escenarios forman parte de los momentos más intensos de mi vida. Ahí arriba, saltando como poseído y gritando hasta que la garganta se me reventara, fue uno de los lugares en donde más a gusto me sentí. En medio de todo ese ruido y toda esa furia yo encontré un lugar confortable. Y sí, lo extraño.
¿Qué cosas te marcaron tras la disolución de la banda, supongo que viviste muchas situaciones?
El nacimiento de mis dos hijos y el fallecimiento de mi hermano menor. La vida, la muerte y el amor son las únicas cosas que de verdad me afectan. Creo que de esos momentos intensos, aunque sea de los más oscuros y dolorosos, uno tiene la obligación de aprender algo, de sacar algo que te ayude a entender mejor de qué se trata este asunto de estar vivo, que a veces es tan difícil.
Tal vez pueda echarle la culpa a la nostalgia. La idea de que ya pasé por eso de la mejor manera posible y que no hay nada que me haga recuperar ese momento perfecto que siento que representó para mí haber sido parte de Karma. Además hoy mis proyectos son otros por lo que te diría que, con 45 años de edad, se trata de una decisión definitiva.
¿A qué te dedicas actualmente?
Soy crítico de cine y periodista especializado en cine, literatura y cultura en general. Escribo en Tiempo y Página/12, dos de los diarios más importantes de Buenos Aires. Quienes sientan curiosidad por leer mi trabajo pueden hacerlo en http://letrasyceluloide.blogspot.com.
¿Sigues la escena?, ¿compras discos, escuchas radio, no sé…estás al pendiente de lo que suena actualmente o te quedas con la antigua escena?
Definitivamente me quedé en mi época. No estoy demasiado pendiente de las novedades, y básicamente lo que busco son los nuevos trabajos de las bandas que siempre me gustaron. Por ejemplo, a pesar de que se trata de una banda que no tiene nada que ver con su formación clásica, creo que “Back to the Front”, el nuevo disco de Entombed (ahora rebautizados Entombed A.D. y con LG Petrov como único miembro histórico) es de lo mejor que ha hecho la banda desde “Wolverine Blues”. Y siempre encuentro bandas nuevas que disfruto, como Volbeat, que tiene cuatro discos muy potentes y agradables, o Porcupine Tree, que aunque no hacen metal son una banda extraordinaria y poderosa. “In Absentia” es mi disco favorito de ellos. Igual creo que musicalmente no hay muchas diferencias entre la escena de los 90 y la actualidad, porque hay una especie de revival que de alguna manera busca sus raíces en los 80’s y los 90’s.
Si tuvieras que resumir en una frase tu etapa dentro de la escena under, ¿cuál sería?
Fui feliz.
Juan Pablo, agradecido por tomarte el tiempo de responder a nuestras interrogantes y regresar en el tiempo para hacernos partícipes de tu historia y de la historia de Karma, esperamos que sigas adelante en lo que de aquí te propongas para el futuro y ojalá nos sorprendas con alguna novedad musical en el momento menos pensado, ¿palabras finales para quienes leen esta entrevista?
Que me alegra mucho saber que hay algunos que todavía escuchan nuestro disco y nos recuerdan. Que se esfuercen y peleen para tratar de que sus mejores deseos puedan hacerse realidad; que no dejen de tener metas y objetivos que cumplir, porque sin eso uno empieza a morirse antes de tiempo. Me gustaría desearles a todos una felicidad sin fin y que ese deseo se cumpliera, pero sé que no es posible. Así que le dejo a cada uno el asunto de la propia felicidad: luchen por ella. Abrazos para todos, aguante el metal y muchas gracias Beto por tu trabajo.
Algunos recuerdos de Karma en la red:
Video "Terror AIDS"
https://www.youtube.com/watch?v=nOESyJsD9Sw
Karma en vivo (Gimnasio Manuel Plaza, Chile - 1994)
https://www.youtube.com/watch?v=ReeEYVY11aQ
"Elevation Masacre" EP -1996 (Full Álbum)
https://www.youtube.com/watch?v=kEuADy05CCM
Video "Terror AIDS"
https://www.youtube.com/watch?v=nOESyJsD9Sw
Karma en vivo (Gimnasio Manuel Plaza, Chile - 1994)
https://www.youtube.com/watch?v=ReeEYVY11aQ
"Elevation Masacre" EP -1996 (Full Álbum)
https://www.youtube.com/watch?v=kEuADy05CCM
Por: Beto Zambrano.
Fotos y demás imágenes cedidas por Juan Pablo Cinelli.
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